Todo sobre la Epilepsia en los perros
La enfermedad neurológica más antigua
La epilepsia se puede definir como una descarga electroquímica
del cerebro, que puede aparecer en cualquier momento y que se hace
repetitiva en el tiempo, es decir, que el enfermo
repite sus crisis
durante la mayoría de su tiempo de vida. Una descarga electromagnética
supone que las neuronas se despolarizan o transmiten señales eléctricas a
otras semejantes vecinas, difundiendo así esta excitabilidad a la
totalidad cerebral.
Pero el cerebro envía axones o ramos
nerviosos hacia los efectores o músculos. Éstos no pueden contraerse si
no reciben una señal desde el cerebro para tal efecto. Es por esto,
entonces, que cuando uno observa un paciente con epilepsia llama la
atención la intensa actividad muscular que se hace presente. Lo
característico de esta enfermedad es que estos episodios de
hiperactividad muscular convulsiva se repiten en el tiempo, evidenciándose en el enfermo una absoluta normalidad orgánica entre estas crisis.
La epilepsia es una de las
enfermedades neurológicas
más antiguas que se conocen y ha sido una verdadera pesadilla para
quienes la padecen. Para un adulto, un ataque epiléptico de la mascota
familiar no debe ser una experiencia sofocante, pero para un niño puede
llegar a ser terrible. Afortunadamente, muchos ataques son nocturnos o
pueden pasar desapercibidos para los jóvenes de la familia.
Etapas del ataque epiléptico
Aura: se presentan ciertos
signos indicativos
del inicio del ataque como son: inquietud, nerviosismo, temblores,
salivación, descoordinación y enajenación. Estos signos pueden persistir
sólo por unos segundos o por varios días, por lo que muchos
propietarios no se percatan con claridad de ellos.
Ictus o Ictal: se refiere al
ataque
en sí. Éste puede durar unos cuantos segundos o varios minutos. Durante
un episodio, el perro comúnmente cae derribado sobre un costado y hay
una
respuesta motora involuntaria, manifestada por movimientos de patadas, pedaleo o remo. El perro producirá una
salivación excesiva y puede perder el control sobre sus esfínteres anal y urinario.
Todos estos actos son inconscientes por lo que el animal pierde relación con el medio ambiente.
Postictal: se caracteriza por un periodo de confusión, desorientación,
excesiva salivación, inquietud, falta de respuesta confiable en relación a los estímulos ambientales y en algunos casos ceguera.
Tipos de ataques epilépticos
Los síntomas dependen del
lugar de origen de las descargas eléctricas. Si es toda la corteza
cerebral, el animal cae de lado, con gran rigidez, y pedalea. Ésta se
manifiesta con gran salivación, defecación y micción. Estos signos duran
aproximadamente
minuto y medio, luego comienza los signos del
postictus, que son extrema excitabilidad, el animal corre sin rumbo,
chocan con objetos. Otra forma de presentación es la
depresiva, en la que el paciente entra en un sueño ligero o profundo que puede durar horas.
Si
es parcial, es debido a lesiones cicatriciales focales. Según la
ubicación de éstas, es el tipo de signo que observaremos. Por ejemplo,
si el perro posee una cicatriz en el área cerebral donde se regula la
capacidad sensorial, puede que manifieste ataques de prurito o ?picazón?
en alguna parte del cuerpo, provocándose
auto mutilación en un
gran número de pacientes. Este tipo de epilepsia es muy frecuente en
aquellos pacientes que sufrieron Distemper y que dejaron como secuela
este tipo de lesión.
Los ataques se presentan
entre uno y siete años
de edad, generalmente a los dos años. Siendo la epilepsia un problema
que se presenta en individuos consanguíneos, se considera un desorden de
tipo genético. Algunas razas las padecen con mayor incidencia, como:
Pastor Alemán, San Bernardo, Beagle, Setter Irlandés y Caniche.
Diagnóstico y tratamiento
El
diagnostico lo debe hacer un profesional veterinario, ya que es el
único capaz de establecer las diferentes patologías que también provocan
convulsiones y temblores. En los animales que padecen epilepsia debemos
evitar las fuentes de tensión. Se ha detectado que también estos
episodios se pueden iniciar por
efecto hormonal en las hembras, por lo que se recomienda esterilizar tanto a machos como a hembras.
Los ataques verdaderos de epilepsia duran 30 minutos, hay que
llevar urgentemente al animal al veterinario. Deberá evitar que se
golpee con artículos que existan a su alrededor como muebles u otros
objetos. Durante el ataque, el animal atraviesa una enajenación en donde
desconoce a su dueño y al medio que lo rodea, por lo que no conviene
tocarlo. Debemos observar la duración y fecha, para tenerlo en cuenta a
la hora de establecer un tratamiento, la dosis y la frecuencia del
mismo.
El tratamiento consiste en la administración de
anticonvulsivantes de manutención.
Estos medicamentos impiden que las neuronas epilépticas disparen y
diseminen sus descargas eléctricas. En la actualidad, existen muchos
medicamentos en el mundo destinados a este objetivo. En el perro y gato,
el principal corresponde al Fenobarbital, el cual debe suministrarse
dos veces al día y mínimo por seis meses. Este tiempo es el que
requieren las neuronas epilépticas para que ?aprendan? a no
convulsionar. Otro medicamento es el Bromuro de potasio.
El dueño debe estar tranquilo, pues en general no representa riesgo de
muerte para el paciente, y no es necesaria la eutanasia como se piensa, pues los perros epilépticos pueden vivir con su tratamiento de forma normal.